Bullying: “No es cosa de niños”

Se conoce como acoso escolar o bullying al maltrato, continuado en el tiempo, que se da entre iguales principalmente en el colegio, aunque se puede extender a las actividades extraescolares tanto físicas como culturales. Una versión reciente del acoso es la que se produce a través de las redes sociales, los teléfonos móviles o el correo electrónico (ciberbullying).
 
Este problema es difícil de detectar porque se puede producir en cualquier momento y lugar en el que no hay supervisón de los adultos (a la entrada y salida del centro, recreo, cambios de clase, baños, excursiones…), y además el temor y la vergüenza que siente la víctima no le permite hablar de ello con nadie: se lo calla y soporta la situación un día tras otro.
 
Los padres debemos de saber que un insulto, una burla o una pelea aislada no son tolerables, pero no son acoso. Hablaríamos de acoso si estas situaciones se prolongaran en el tiempo con una intención de hacer daño y existiera una diferencia de poder que le impediría al niño salir de la situación y defenderse.
 
Todos conocemos que en una situación de acoso está la víctima y el acosador, pero no podemos olvidar a los espectadores pasivos que refuerzan el papel del acosador, silencian la situación y frecuentemente se suman a las agresiones del mismo bien por contagio social o por miedo.
 
Se ha divulgado la idea de que los niños víctimas de acoso suelen ser niños inseguros, con baja autoestima, de apariencia frágil, rechazados, solitarios…Pero se dan casos en los que el simple hecho de sobresalir por algo positivo (notas brillantes, buena relación con los profesores etc.) puede ser motivo de acoso. Esto nos quiere decir que cualquier niño puede ser víctima.
 
El acoso no se refiere sólo a violencia física (ésta es más frecuente en primaria), normalmente se acompaña de violencia verbal (insultos, motes, difusión de mentiras, alusiones a defectos…), psicológica (chantaje, minar la autoestima y aumentar la sensación de temor) y social (aislar del resto de los compañeros).
 

¿Cómo saber si mi hijo es víctima de acoso escolar?

Los indicadores que nos pueden hacer sospechar esto son:
 

  • El niño refiere que le pegan o se meten con él o nunca quiere hablar de su vida escolar.
  • Se queja de dolores de cabeza o barriga antes de ir al colegio. También puede manifestar rechazo al colegio de una forma directa.
  • Pierde el material escolar o vuelve con golpes, la ropa rota… y no sabe muy bien cómo explicarlo.
  • Disminuye su capacidad de atención, concentración y memoria, lo que puede desembocar en un bajo rendimiento escolar.
  • Sufre alteraciones del apetito o del sueño (pesadillas, terrores nocturnos).
  • Tiene cambios bruscos del estado de ánimo: tristeza, apatía, ansiedad, irritabilidad…
  • Los domingos por la tarde está ansioso y triste.
  • Está más sensible a las críticas y su autoestima disminuye.
  • Pierde interés por los amigos o por las actividades recreativas que antes le gustaban.

 
Si observamos algunos de estos síntomas en nuestros hijos, hablemos con ellos de forma tranquila y empática e interesémonos por lo que les preocupa, sin quitarle importancia, ni considerar que “son cosas de niños”.

Algunas medidas preventivas.

La mejor forma de prevenir la violencia es educar en valores y construir la convivencia. Desde pequeños podemos enseñar a nuestros hijos confianza y empatía, condiciones que protegen contra el acoso y otras formas de violencia.
 
Estas son algunas medidas que podemos tomar para prevenir que nuestro hijo pueda ser tanto víctima como acosador. Es entre los 3 y 9 años cuando las medidas preventivas son más eficaces:
 

  • Da a tus hijos apoyo emocional incondicional: quiérelos por lo que son, no por lo que hacen.
  • Aumenta la comunicación, escuchando activamente. Dedica todos los días un tiempo para hablar y que te cuenten como les ha ido el día, con quien se relacionan, como lo han pasado… Debemos demostrarles que estamos ahí para escucharles y apoyarles
  • Presta atención a los cambios de humor y de comportamiento, en la motivación al estudio y a las quejas frecuentes como dolor de barriga, cabeza…
  • Refuerza y potencia sus buenas cualidades y transmítele mensajes positivos para que aprendan a autorregular conductas y emociones.
  • Fomenta valores como la solidaridad, el compañerismo y la responsabilidad.
  • Protege sin sobreproteger, guíalos dejando que se desarrollen por si mismos y afronten los conflictos con sus compañeros sin hacer uso de la violencia.
  • Establece en casa una disciplina positiva, con normas y límites claros y razonables, sin caer en el autoritarismo ni en la negligencia.
  • Crea oportunidades para construir relaciones de amistad. Interésate por sus amigos y conócelos.
  • Cuida los mensajes que reciben a través de la televisión, los juguetes, los cuentos… para que sean coherentes con los valores que les quieres transmitir.
  • Mantén una buena comunicación con los profesores, escucha todo lo que te digan tanto los positivo como lo negativo.

 
Recuerda que los padres somos modelos de imitación: evita a toda costa la violencia física y psicológica en casa.


María del Mar Fernández de Motta

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