Trastornos psicosomáticos

Tradicionalmente se ha considerado la medicina y la psicología como dos ámbitos separados; sin embargo, es muy difícil aislar los problemas físicos de los psicológicos. La interconexión entre lo que pensamos, nuestras emociones y nuestro funcionamiento físico es un hecho constatado y bien respaldado por evidencia científica. Por ello cada vez más médicos y psicólogos trabajan conjuntamente para el tratamiento de las enfermedades.

Cualquier afección médica implica a la vez alteraciones psicológicas, tanto en relación a las dificultades y limitaciones que supone al paciente como en las interrelaciones que se generan entre el sistema nervioso y los sistemas afectados. De la misma manera también se ha comprobado que muchos trastornos psicológicos se manifiestan como signos y síntomas físicos.

El término trastorno psicosomático se utiliza para referirse a un determinado trastorno físico donde los factores psicológicos ejercen una influencia determinante en la iniciación o empeoramiento de una determinada dolencia o padecimiento físico.

Los trastornos más comunes son:

Trastornos cardiovasculares (hipertensión, cardiopatía isquémica), trastornos respiratorios (asma), trastornos gastrointestinales (úlcera péptica, colon irritable, colitis ulcerosa), dolor crónico (cefaleas, dolor menstrual), trastornos dermatológicos (acné, dermatitis).

Una característica de las personas propensas a padecer estos trastornos es la dificultad de afrontamiento del estrés y de expresión emocional.

La intervención se dirigirá hacia alguna (o algunas) de las siguientes áreas:

– Control del estrés, que incluye la modificación de situaciones potencialmente estresantes y de respuestas de afrontamiento habituales.
– Aprendizaje o eliminación de comportamientos habituales que favorecen o perjudican la salud (adquisición del hábito de practicar deporte, eliminación de la conducta de fumar…)
– La modificación de respuestas concretas y/o condiciones ambientales específicas de cada trastorno (disminución de la presión arterial en hipertensos, control de estímulos en el insomnio etc).